miércoles, 5 de junio de 2013

Criatura mitológica "Pegaso"


La primera criatura mitológica que os presento es Pegaso, uno de mis animales mitológicos preferidos.

En la mitología griega Pegaso era un caballo alado. Pegaso nació de la sangre derramada por Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. Suele representarse en blanco o negro dotado de dos grandes alas que le permiten volar. Una característica de su vuelo es que cuando lo realiza, mueve las patas como si en realidad estuviera corriendo por el aire. Pegaso aparece relacionado fundamentalmente con el héroe Belerofonte, quien a lomos del équido alado logró dar muerte a la Quimera, una bestia de múltiples cabezas que asolaba los territorios de Licia. Gracias a este corcel Belerofonte pudo obtener igualmente una victoria sobre las amazonas. Belerofonte encarna el "defecto" de la "excesiva" ambición. Cuando por fin consigue montar a Pegaso, no contento con esto le obliga a llevarlo al Olimpo para convertirse en un dios, pero Zeus, molesto por su osadía, envía a un insignificante mosquito que pica el lomo de Pegaso y precipita al vacío a Belerofonte sin matarlo, quedando lisiado y condenado a vagar apartado del resto del mundo toda su vida recordando su gloria pasada. 


También podemos ver a Pegaso en la película de Disney Hércules. En la película se ve que quien crea a Pegaso es Zeus, el padre de Hércules con trocitos de nube que le regala por su nacimiento.

Mito de "El rapto de Europa"



Según la leyenda, Europa era una joven y bella princesa fenicia. Era tal su belleza que Zeus, el rey de los dioses del Olimpo, se enamoró perdidamente de la muchacha y tramó un ingenioso plan para poder raptarla y yacer junto a ella. Un día, la joven Europa salió con su sequito a recoger flores a un prado situado junto al mar, en las costas de Fenicia. En ese mismo prado se encontraba una manada de vacas que pastaban en las cercanías de la joven. Fue entonces cuando Zeus, percatándose de la genial oportunidad que suponía la situación, ideó su plan de rapto. El soberano del Olimpo se transformó en un espléndido toro blanco, fuerte y extremadamente bello, y se mezcló entre la manada de bovinos. En un primer momento la princesa se asustó al ver el toro, pero al contemplar su actitud mansa y juguetona decidió finalmente acercarse al animal. La joven comenzó entonces a acariciar al toro, que dócilmente respondía al contacto con sus manos. Fue entonces, en un alarde de confianza, cuando la princesa decidió subirse a los lomos del animal.
Tan pronto como Zeus notó a la muchacha sobre su lomo, comenzó a correr dirección a Creta. La joven princesa ya nada pudo hacer más que agarrarse fuertemente a los cuernos del animal. Una vez ya en Creta, Zeus reveló su identidad divina a la joven. Europa quedó seducida por los encantos del dios y se acostaron juntos bajo unos plátanos (dice la leyenda que debido a dicho acontecimiento estos árboles nunca pierden sus hojas). Fruto de esta relación Europa quedó embarazada y engrandó tres hijos: Minos, Radamantis y Sarpedón.

Cuenta la leyenda, que tras la muerte de Europa, en su honor Zeus convirtió en constelación a la forma de toro gracias a la cual había podido raptar a la princesa, incluyéndose desde ese momento entre los signos del zodiaco. 
Cuenta también que el padre de Europa desesperado, caminó y caminó por todos los caminos buscando a su hija gritando: -“¡Europa, Europa!”-, sin hallar nunca contestación. Y que los habitantes de esos otros lugares por los que iba pasando, acabaron por llamar así al continente

Leyenda de "Ana y Miguel"

La primera leyenda que os traigo es la de Ana, Miguel y el mar. En esta leyenda está basada una canción de Mecano llamada "Naturaleza muerta", que la primera vez que escuché la canción me encantó. Al final de la leyenda os dejo el link con la canción para todos aquellos que no la hayáis escuchado. 

Cuenta de una pareja joven de enamorados quienes en su afán de vivir muy cerca al mar, optaron por construir una pequeña choza a las orillas del mar. Ana, una mujer joven y muy hermosa, trabajaba con sus padres en una tienda vendiendo frutas y otros alimentos y a pesar de los escasos recursos económicos de la época, la ganancia que les producía la tienda les alcanzaba para pagar los gastos que su padre generaba debido a su grave enfermedad. Miguel, un hombre de buen corazón y a la vez muy apuesto, trabajaba como pescador durante todo el día junto a un grupo de viejos lobos de mar. Su pasión era el mar y las estrellas. Mientras embarcaba a pescar, soñaba con un día poder ser un estudiante de los astros. Un día, al volver de su rutinaria pesca decidió pasear por la aldea en busca de un poco de distracción. Fue así como el destino decidió que fijara sus ojos en Ana. Se conocieron de una forma muy simpática. Ella sin querer arrojó con un torpe tropiezo todas las frutas que había en una mesa frente a su tienda y Miguel, como todo un caballero se apresuró en ayudar a esa linda dama a juntarlas todas y ponerlas nuevamente en exhibición. Con los días, las visitas de Miguel se hacían más frecuentes y poco a poco ambos fueron cayendo en ese eterno sueño llamado amor. Un lamentable día, el padre de Ana murió de su enfermedad y su madre al no soportar la pérdida de su esposo perdió también las ganas por vivir y eventualmente murió a los años. Miguel decidido a devolverle la sonrisa a su amada dispuso proponerle matrimonio y llevarla a vivir con él en su choza junto al mar. Ella aceptó y al llegar a la orilla del mar ocurrió ese día una gran marea que produjo las olas más hermosas que el mar podría ofrecer. -“¡Hasta el mar admira tu belleza!”- le decía Miguel mientras la abrasaba, sin sospechar que por extraño que parezca, lo que había dicho, era verdad. El mar, habría caído profundamente enamorado de Ana. 
El amor entre ambos creía cada día, y juntos vivían una maravillosa experiencia. Su romance no solo era tierno sino también apasionado y esto poco a poco iba enfureciendo al mar. La suerte de Miguel en sus días de pesca iba disminuyendo inexplicablemente hasta llegar al punto de forzarlo a buscar nuevas aguas un poco más lejanas de la orilla. Una noche, Ana decidió hacer algo especial por su esposo y recolectó de la orilla muchos caracoles con los que adornó la entrada y el interior de la choza. Colocó velas e incienso para lograr ese toque mágico que tanto le gustaba a Miguel. La amiga de Miguel, La Luna, estaba resplandeciente. Justo como la Luna llena que habrá en la noche de hoy y su belleza era tal que Miguel no logró descifrar ni imaginar, que la Luna trataba de advertirle sobre lo que acontecería al día siguiente. Ana, vestida con un atuendo sensual que dejaba ver su silueta de diosa, tomó a su amado y bruscamente lo arrojó sobre la cama. Miguel sólo observaba, vistiendo en su cara esa sonrisa pícara que tanto le gustaba a Ana. Por la ventana y sin que ambos lo notaran se podía ver en el horizonte obscurecido relámpagos y truenos, pero no se escuchaba ningún sonido. El mar se puso negro y las nubes comenzaban a oscurecerse en odio mientras que sólo se escuchaban los labios de Ana y Miguel; el rasgar de la ropa y gemidos silenciados en placer y amor. 
Al amanecer, ambos estaban más enamorados que nunca y Ana decidió acompañar a Miguel hacia su barca. El mar estaba inusualmente tranquilo y el horizonte, ahora dejaba ver un sol naciente que estimulaba los ánimos y las expectativas de un buen día de pesca en Miguel. Sin sospechar que todo era una trampa que el celoso mar les estaba tramando. -“Espera aquí amor, volveré pronto”- dijo Miguel dejando al descubierto sus blancos dientes en una sonrisa amorosa. Ana no le respondió, pero con sus ojos brillando de ternura lo besó y lo abrasó. Ana nunca volvería a ver a Miguel nuevamente. Pero a los pocos días, Ana aún esperaba en la orilla llorando. Su piel quemada por el sol intenso y sus labios partidos. Sus ojos enrojecidos vieron en el horizonte como se aproximaba la barca de Miguel. 

El mar le había traído la respuesta. Una barca que yacía ahora sin hombre a la orilla del mar. Justo a su lado. Hoy día, sólo se puede observar una roca blanca cubierta de algas a la cual muchos llevan flores y ofrendas en símbolo de solidaridad por la pérdida de ambas almas. -“Incluso hay gente que asegura, que cuando hay tempestad, las olas las provoca Miguel luchando a muerte con el mar”.- Esta estrofa de la canción se atribuye al hecho de que muchos pescadores, ahora en embarcaciones modernas, aseguran haber visto en las noches de tormenta como la Luna forzaba una marea baja tratando de ayudar a un gigante dentro del mar quien agitado y con su rostro atormentado forcejea contra el mar tratando de escapar; generando así olas muy grandes. Miguel, aún lucha por su amada y sólo logrará volver a estar a su lado cuando entienda que todo lo sucedido nunca fue culpa de él.

Presentación


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